Derecho a soñar….
Desde la anexión como provincia española, pasando por la ocupación marroquí, hasta nuestros días, han transcurrido más de 80 años. Durante este tiempo, la población saharaui ha tenido diferentes estatus desde el punto de vista de su ciudadanía: colonizados, anexionados, reconocidos como ciudadanos españoles, ocupados y refugiados. De hecho aun encontramos a personas que han vivido todas esas condiciones a lo largo de sus vidas.
La población más joven, nacidos a partir de 1976, sólo ha tenido en su vida el estatus de refugiada y conocen por referencias familiares y por historia de su pueblo cual fue su pasado y qué ha sucedido para que hoy día, y probablemente por muchos días más, ellos sigan siendo población refugiada.
Ser refugiado implica en este caso muchas cosas: supone que tienen una identidad internacional cuando menos confusa, obtienen pasaporte argelino mientras ellos pertenecen a un país que se llama República Árabe Saharaui Democrática, tienen una estructura gubernamental que gestiona los asuntos de su población pero en un territorio prestado por un país vecino, carecen de autonomía en lo que se refiere a suministro eléctrico, agua y otros servicios como importaciones, educación universitaria e incluso asistencia sanitaria especializada, reciben de la comunidad internacional a través de la red de agencias de NNUU y de diferentes ONGs apoyo en casi todos los sectores, pero a todas luces insuficiente para garantizar la total cobertura de necesidades de la población y, sobre todo, tratan de mantener viva la idea de que esta situación es temporal, que algún día volverán a pescar en el mar, a comerciar con sus rebaños y con sus productos agrícolas, pero esa idea se va consumiendo a medida que pasan las generaciones sin observar apenas cambios.
El sueño de una vida mejor es parte de la esencia humana, es lícito e incluso es necesario para desear que el futuro vaya llegando de la mano de ese sueño.
Cuando los jóvenes que nacieron refugiados, crecieron como refugiados y hoy día ven su futuro sólo como refugiados, están perdiendo las ganas de soñar y sin sueños, no hay más vida que la que te dejan vivir.
Las luchas por algunas causas pasan por diferentes momentos como euforia, desánimo, resignación, nuevas expectativas, etc. y actualmente en la población saharaui no es fácil encontrar ese momento común. Cada grupo, cada generación e incluso cada persona vive y siente que está en un momento diferente de esa lucha.
Hay luchas armadas, luchas culturales, luchas por mantener la memoria, luchas por pensar en el mañana sin olvidar el ayer y esa lucha es la de soñar. Esa es la que no se puede abandonar y tal vez sea esa la que tenemos que apoyar desde nuestro compromiso con los Derechos Humanos.
El Derecho a Soñar, aunque esté en otro nivel, es tan importante como los que forman parte de la Declaración Universal de Derechos Humanos (DUDH) de 1948: Derecho a la Salud, a la Vivienda y a los Servicios Sociales (artículo 25), a la Educación (artículo 26), a la Libertad (artículo 3), a no ser privado arbitrariamente de su propiedad (artículo 17), etc
A la comunidad internacional implicada y solidaria con los pueblos y las personas que sufren nos toca reclamar la difusión, la firma por parte de los estados y el cumplimiento de la Declaración Universal de los Derechos Humanos Emergentes (DUDHE) como una ampliación de la DUDH que surgió de un proceso de diálogo de diversos componentes de la sociedad civil en el marco del Foro Universal de las Culturas (Barcelona 2004) titulado Derechos Humanos, Necesidades Emergentes y Nuevos Compromisos, y aprobada en el marco del Forum de Monterrey (México) El 2 de noviembre de 2007 y suponen una nueva concepción de la participación ciudadana, dando voz a actores nacionales e internacionales que tradicionalmente han tenido un nulo o escaso peso en la configuración de las normas jurídicas nacionales, como las ONG, los movimientos sociales y las ciudades. Son, por lo tanto, reivindicaciones de la sociedad civil que aspira un mundo más justo y solidario.
“Los derechos humanos emergentes son reivindicaciones legítimas de la sociedad civil dirigidas a la formulación de nuevos o renovados derechos humanos. Hace setenta años que se redactó la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Desde entonces, tanto las sociedades nacionales como la sociedad internacional, han sufrido profundas transformaciones a medida que se intensificaba la globalización, apareciendo como resultado nuevas y apremiantes necesidades humanas. Los derechos humanos emergentes pretenden traducir estas nuevas necesidades en nuevos derechos”(IDHC instituto de Derechos Humanos de Cataluña)
Pues bien, aunque implícitamente no esté incluido en la DUDHE, debemos garantizar a través de políticas, decisiones de alto nivel e influencia de la sociedad civil que el Derecho a Soñar se garantice en todas aquellas personas que no logran imaginar qué futuro les espera y las y los jóvenes saharauis corren bastante riesgo de que este derecho se vulnere gravemente.
Artículo escrito por Jesús González Zambrana, EU Aid Volunteer en Sahara.