Guatemala: hermosa y complicada
Recuerdo muy bien el momento en el que me comunicaron que había sido seleccionada para el despliegue como EU Aid Volunteer en Guatemala y en la Región Mesoamericana. Estaba en un tren en Italia, mi país, y después de terminar la llamada estaba tan emocionada que, antes de que se me ocurriera avisar a mi familia y amigos, me puse a compartir mi emoción con gente desconocida que estaba por allí en el tren. Ellos fueron los primeros que me felicitaron por esta nueva aventura.
La verdad es que, en aquel entonces, yo sabía muy poco sobre el lugar donde iba a vivir durante los siguientes 6 meses, trabajando en temas de Incidencia Política e Investigación. Todo lo que sabía era que, por muchas razones, esta experiencia era exactamente lo que andaba buscando, y tenía muchas ganas de compartirlo con todo el mundo.
Hoy, ha pasado más de un mes desde que me salí de mi país para Guatemala, y no me cabe duda de que he tomado la mejor decisión al aceptar aquella propuesta. Estoy aun mas convencida de que me encuentro en el lugar correcto en el momento adecuado, y tengo todavía mas ganas de compartir mi emoción y mi experiencia, aunque a veces me cuesta encontrar la forma mas efectiva para hacerlo.
Guatemala es hermosa y complicada a la vez.
Hermosa, porqué así son sus lagos, sus volcanes, sus ruinas mayas, sus ciudades – cuyas calles todos los días se llenan de música y de colores de los trajes encantadores de las mujeres indígenas.
Complicada, porqué detrás de cada uno de estos tesoros hay historias de dolor, dominación, explotación, corrupción. No cuesta mucho enterarse de ellas: son historias que pertenecen al patrimonio de este país a la par que sus paisajes, su arquitectura y sus tradiciones.
Son, por ejemplo, las historias de las violencias y desapariciones sistemáticas que mujeres y hombres mayas sufrieron durante el Conflicto Armado interno que se libró en este país durante 36 años, desde 1960 a 1996. Un verdadero genocidio en el que se produjeron un aproximado de 200 000 personas desaparecidas/asesinadas, destruyendo pueblos enteros de mayas, donde supuestamente se escondían los guerrilleros. Además, se produjeron violaciones de mujeres y niñas, hubo cientos de torturas y desapariciones y se congregó a esta etnia a estar recluida en campos de concentración, eufemísticamente llamados ‘polos de desarrollo’.
Son también las historias de los miles de personas damnificadas este año por la erupción del Volcán Fuego, que ya llevan 3 meses en los albergues temporales: familias que se ven obligadas a compartir espacios extremadamente pequeños y en algunos casos careciendo de las condiciones higiénicas mínimas. No mucho se sabe de qué será de ellos, ahora que los proyectos de emergencia y ayuda humanitaria se están acabando.
O la historia, o “caso”, del Lago de Amatitlán, que es uno de los recursos naturales más importantes del sistema hidrológico del país y solía ser muy visitado por su lindo paisaje, hasta que sus aguas se volvieron verdes debido a los 500 mil metros cúbicos de sedimentos que han ingresado al lago en los últimos años. La exvicepresidenta de Guatemala, Roxana Baldetti, se encuentra presa desde el año 2015 por, entre otras, hacer gestiones para favorecer a personas y ejercer influencia administrativa y así adquirir un producto para limpiar el Lago de Amatitlán, resultando este producto ser una fórmula de “agua con sal”.
Por no mencionar las historias y experiencias de los millones de personas que viven en espacios urbanos, en las caóticas y desarrolladas ciudades guatemaltecas, tristemente famosas por sus asustadores índices de violencia y criminalidad.
Cada una de estas historias que he escuchado y seguiré escuchando durante mis meses de estancia en Guatemala tienen un valor incalculable para mí: me enseñan y reafirman la importancia de no conformarme con una visión superficial y estereotipada de la realidad. Me retan a una constante y agotadora búsqueda de la verdad, más allá de lo que se ve o se escucha “agradable”. Me llevan a cuestionarme a mí misma, con mis creencias y mis privilegios.
Pero, sobre todo, forman parte de un patrimonio que me urge compartir: sea con nuestros seres queridos, con desconocidos en el tren o con todo el mundo, no hay ninguna historia de injusticia que merezca pasar desapercibida.
Artículo escrito por Giulia Signori, EU Aid Volunteer en Guatemala.