La interculturalidad en la salud
No engaña Bolivia cuando se muestra como uno de los países del continente americano con mayor presencia de la población indígena y del indigenismo.
No es solo que con Evo Morales como presidente se aprobase una Constitución en el 2009 que reconoce 36 pueblos indígenas originarios y se tomaran medidas como la creación de un Viceministerio de Medicina Tradicional e Interculturalidad que forma parte del Ministerio de Salud. Hay algo que está en la idiosincrasia boliviana, lo expresan en el amor a sus bailes populares, en cómo en cualquier bar repleto de gente que no alcanza la treintena pueden pedir que les pongan ritmos como la morenada, el caporal o el salay, propios del folclore y las tradiciones del país.
El trabajo como voluntaria del programa de la Unión Europea con Médicos del Mundo (MdM) me ha llevado a conocer cómo ha tomado y sigue tomando fuerza la interculturalidad en el ámbito de la salud. La Política de Salud Familiar Comunitaria Intercultural (SAFCI) es el marco en el que se trata de llevar la interculturalidad al ámbito sanitario. En Bolivia, existen personas que se dedican a la medicina tradicional, a ser guías espirituales, a la medicina naturista y a la atención de partos.
Con la SAFCI, se promueve que la medicina académica conviva y se complemente con estas cuatro modalidades de medicina tradicional sin choques, rechazos, ni recelos. Si bien existen experiencias donde ambas medicinas están trabajando de la mano, todavía falta mucho por recorrer.
Es el caso de Patacamaya, un municipio del departamento de La Paz donde interviene MdM. En su trabajo, se promueve esta convivencia de mutuo beneficio (y de mayor beneficio aún para las personas usuarios de los servicios de salud) con iniciativas como la creación de salas de parto con adecuación cultural, creadas obedeciendo a las demandas de las mujeres aymaras sobre cómo les gustaría que fuera el lugar donde dan a luz y si desean ser atendidas por parteras, personal médico o por ambas. Con estas salas, insertas en hospitales y centros de salud, además de dar respuesta a las demandas de las mujeres de muchas comunidades, se pretende reducir el número de partos en el domicilio, que resultan más arriesgados. Un objetivo relevante considerando que Bolivia es uno de los países con mayor porcentaje de muerte materna del continente.
Es bonito ver esas salas de colores cálidos, con ramilletes de manzanilla o romero, con cocina y una cama extra para que algún familiar pueda acompañar a la parturienta por la noche. Allí, entre batas blancas, sombreros y polleras, se entremezcla la lengua aymara con la española.
Artículo escrito por Begoña Orozco, EU Aid Volunteer en Bolivia.